Me descuidé un instante
Me descuidé un instante. Un segundo.
El susurrar apenas de una brisa.
Un hálito de tiempo. La indivisa
porción del aire azul en el trasmundo.
Y fue un descuido atroz, mortal, profundo,
porque perdí de pronto mi sonrisa.
Porque cayó borrada la divisa
de mi joven amor, y de mi mundo.
Me descuidé una luz, y temblorosa
el alma envejeció. Era la rosa
de mi mañana alegre y arrogante
rodando en el abismo sin medida.
Fue el final de mi tiempo y de mi vida.
Un grito fue. Me descuidé un instante.
(Rostros de amor. Ed. Vinciguerra, 2006)