martes, 10 de julio de 2012

Alguien
H. N. 

Soy alguien cuando puedo amar, o ser amado. Es la gracia, la gratuidad del encuentro con el otro, que se constituye con mi propia dimensión personal. Si nunca nadie me hubiese querido -si a nadie hubiese nunca podido querer- mi suerte hubiera sido la de un mero fragmento del ser, un momento de la vida impersonal y neutra.

Pero no es así. Alguien me ha querido, (mi existencia nació con un encuentro) y el amor, que me sustenta y llama, enriqueció toda la luz, se trazó de allí en más en múltiples diálogos.
Alguien es ser único, irrepetible: nunca se es solamente "un" alguien sino el o ella alguien, un tu frente a un yo.

Alguien es un nombre. Una palabra dicha como si fuera la primera vez, un descubrimiento, un desvelarse.

Si cada diálogo expresa la unicidad del ser personal es porque el diálogo es el lugar preciso de alguien y de cada alguien.

No hay existencia fuera de alguien. No se puede existir sin el otro, sin el amor que fundamenta el encuentro.

Es verdad que no todas las veces mi ser de ser alguien ha sido fácil. En ocasiones me han lacerado palabras como "no te quiero más" o "adiós". He conocido el no, total, definitivo. He olvidado. He sido olvidado.

Pero, por sobre la impotencia de no poder ser, sobre la grave anticipación de la nada, alguien ha venido siempre a rescatarme, a recuperarme, desabismándome.

Vivo en el amor: el que tuve; el que tengo; el que estoy esperando o me espera.

Renazco en la libertad, que es el mundo de la llamada y la respuesta.

Por eso puedo crecer sin envejecer.

Pido ser alguien en tu vida. O que seas alguien en mi vida. Y recuerdo que el amor es constante, que es, dentro de la inexorable finitud de lo humano, "para siempre".

A veces no me escuchas. Pero también soy alguien cuando recuerdo que cada alguien propone un horizonte frente a cada desesperación.